El hecho de que los animales siempre han sido útiles para el progreso y supervivencia del hombre a lo largo de la historia, es más que evidente. Desde tiempos inmemoriales, éstos le servían de alimento, pero no sólo esto. Cuando el hombre descubrió las posibilidades de adiestrarlos, empezó a criarlos, empezando a desarrollar la ganadería; por otro lado, el paso de la recolección a al cultivo se apoyó en la fuerza del trabajo animal. Por otro lado, los animales también han ayudado al hombre en funciones de transporte y vigilancia.
No obstante, otra de las grandes aportaciones de los animales al hombre es la compañía. En las últimas décadas han empezado a realizarse estudios que han empezado a ratificar lo que ya parecía evidente, que los animales tienen un poder terapéutico sobre los animales. De hecho, se ha concluido que su presencia puede llegar a ser fundamental para el tratamiento y recuperación de enfermedades físicas y psicológicas.
El tratamiento de enfermedades con ayuda de animales se denomina zooterapia. Ésta puede servir para reducir el estrés y la presión arterial, contribuye a solventar problemas de socialización y es capaz de aumentar la autoestima del ser humano.
Se ha demostrado incluso que la mayoría de familias que tienen una mascota discuten con menor frecuencia: las mascotas estrechan los vínculos familiares.
En los hogares, los animales más queridos suelen ser los perros y los gatos; de los primeros se dice que hacen que sus dueños se sientan queridos, acompañados y protegidos; respecto a los gatos, se ha concluido que tienen el poder de ofrecer relajación con su presencia, además de que pueden ser una buena compañía para personas caseras o con poco tiempo. Tanto en el caso de los perros como en el de los gatos, ambos son capaces de aportar a sus dueños grandes dosis de diversión a través del juego. Además, son sumamente perceptivos y suelen estar pendientes de nosotros cuando perciben en nosotros síntomas de tristeza o debilidad.
Algunos de los animales más empleados por la zooterapia son los delfines, leones marinos, burros y caballos. Muchos de ellos son empleados para favorecer el desarrollo físico y mental, especialmente en los niños. En ellos, de hecho, tiene un poder mucho más inmediato este tipo de terapia porque tienen una mayor capacidad de establecer vínculos con los animales (ya que tienen un menor control sobre emociones e impulsos que los adultos).
Para las personas mayores también puede ser muy beneficiosa su presencia, por ejemplo, a modo de prevención de enfermedades típicas de la edad, como la demencia senil o el Altheimer.
No obstante, cualquier animal puede tener un efecto positivo en el ser humano. Especialmente, la presencia de un animal suele ser muy útil, a modo de compañía, para personas que acaben de superar una intervención quirúrgica o la pérdida de un ser querido.