Hace ya unos años que las iguanas se pusieron de moda como animales domésticos. Sin embargo se cree que ya en la América prehispánica los aborígenes domesticaban iguanas y las cuidaban en sus hogares.
Son de la especie de los “iguánidos” y sus características morfológicas son: cabeza pequeña, extremidades de cinco dedos, una larga cola y lengua corta y gruesa.
A simple vista son parecidos a una versión en pequeño de los dinosaurios que nos muestran en las películas.
Su piel está recubierta por grandes escamas y púas flexibles que les sirven de protección. Su color característico es verde cuando nacen, luego se van volviendo más grises muy brillantes en la adultez y más opacas en la vejez.
Como en el caso de otros reptiles, las hay de diferentes variedades: la iguana común tiene una especie de cresta en el dorso, vive en América y puede llegar a medir en casos extremos hasta dos metros de longitud. Claro que no son estas la mascota ideal para tener en un monoambiente. Pero existen iguanas pequeñas, como la terrestre de las Galápagos o la iguana marina o la cornuda, así llamada porque presenta en su hocico tres grandes escamas similares a cuernos.
Son animales que deben ser cuidadosamente alimentados, ya que requieres un buen balance proteínico y de vitaminas, particularmente vitamina D
Dependiendo de la especie será su tipo de alimentación, aunque en general son animales herbívoros.
La característica que todos comparten es que son mascotas para climas cálidos. Necesitan altas temperaturas, ya que su hábitat natural se desarrolla en climas tropicales, ecuatorianos y tórridos. Son de sangre fría y requieren calor para su sobrevivencia.
Las especies de color verde dorado viven en los árboles y se les llama “anoli”. Son típicas de la zona del sur de los Estados Unidos y también se encuentran en Cuba.
Las iguanas pudieron ser clasificadas en una época como mascotas exóticas, sin embargo son cada vez más los hogares que las adoptan.
Las iguanas como mascotas
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