En los últimos años, una de las mascotas que más se ha puesto de moda adquirir son los hurones. Es la opción perfecta para aquellos que busquen tener una mascota graciosa con la que interactuar, sin requerir los cuidados de un perro o gato.
Pertenecen a la familia de los mustélidos –no a los roedores, como se cree frecuentemente– y su tamaño adulto oscila entre los treinta y cuarenta y cinco centímetros de largo, pesando en torno a un kilo y medio o dos. Es pariente de la nutria, el tejón, la mofeta, la marta y la comadreja. Existen distintos colores, aunque en general se suelen caracterizar por poseer una mancha con formar de antifaz a la altura de los ojos. Su pelaje es denso y característico, aunque no desprende tanto como otras mascotas.
Aunque antes eran criados para la caza, la mayoría de los hurones actualmente son domésticos. Esto es así porque son animales capaces de aportar mucho cariño y compañía; por otro lado, son muy amaestrables y aprenden trucos con facilidad. Son bastante inteligentes y tienen un sistema de comunicación entre ellos bastante completo basado en el aroma que desprenden sus glándulas.
En tanto que tienen a esconderse en cualquier rincón, una de las prioridades que debemos tener cuando nos hacemos con uno, es conseguir una jaula adecuada (también porque es el lugar donde van a pasar mayor tiempo). Lo fundamental es que tenga varios pisos y espacio suficiente para que se sienta confortable (como mínimo debe tener noventa centímetros de largo por sesenta de ancho y setenta de alto); por otro lado, debe ser de metal y barrotes, nunca de cristal. Debemos tener cuidado con su limpieza y ventilación (uno de los aspectos más característicos de este animal es su mal olor: una forma complementaria de evitarlo es bañándolo con champú especial y teniendo especial cuidado con los oídos). La jaula deberá ser lavada una vez al mes con lejía. Y la cajita de sus necesidades deberá reponerse una vez por semana.