Se ha demostrado que el contacto de los niños con los perros mejora muchas de sus habilidades sociales y el sentido de la responsabilidad, además de ser una fuente de cariño y amor mutuo.
Sin embargo, se tiene la creencia errónea de que la interactuación entre niños y perros supone el mismo grado de alegría en el perro que en el niño. Esta creencia proviene de la habitual humanización que hacemos del comportamiento de nuestros perros, lo que nos lleva a creer que responderán igual que nosotros.
Tanto nosotros como los perros tenemos un código propio de señales con las que indicamos nuestra incomodidad ante una situación que nos supera. En los humanos son fácilmente reconocibles pues las conocemos y utilizamos desde pequeños, por ejemplo suspiros, mover rápidamente el pié, mordernos los labios, etc., mientras que desconocemos las que emiten nuestros perros.
Espacio y respeto ante todo
Cuando nuestro perro conoce a un niño se enfrenta a una situación especial de estrés, ya que los niños se suelen emocionar con el perro y querer toquetearlo y besarlo y achucharlo y jugar con él… Pero, como cualquiera de nosotros, nuestro perro necesita su propio espacio y respeto.
Imaginaos qué haríamos nosotros si un desconocido nos abrazase de repente, viniera hacia nosotros chillando en un idioma distinto o nos besara sin permiso… pues a eso se tiene que enfrentar nuestro perro ante el terremoto que significa un niño.
Aprender las señales que emite
Las señales más típicas de incomodidad son el jadeo, el sacudirse las orejas, el girarse de lado y, sobre todo, el querer alejarse del niño. Y, por si fuera poco, los niños suelen acercarse de frente y a su misma altura, lo que para un perro significa una clara invasión de su espacio y pueden verlo como una agresión.
Por eso, cuando vamos a presentar a un niño y a un perro, primero hay que hablar con el niño y explicarle la mejor forma de acercarse a él, que es dejar que sea el perro el que se acerque a olerle mientras el niño se queda quieto sin agobiarlo.
Saber terminar la presentación a tiempo
Una vez realizada la primera presentación, si el perro quiere alejarse o muestra alguna de las señales indicadas previamente hay que terminar la presentación porque si se sigue forzando la situación nuestro perro, por muy buen perro que sea, no tendrá más recursos para hacerse «oír» que gruñir, ladrar o morder.