Continuamos hablando sobre la historia y la práctica del face painting. El próximo Carnaval está a la vuelta de la esquina, por lo que quisiéramos recordar esta práctica artística para que poder completar nuestros disfraces o, simplemente, divertirnos conociendo una forma de disfrazarnos que no implica ningún elemento material más allá de la pintura.
En la primera parte de este artículo explicamos cómo los antecedentes más remotos del face painting datan de fiestas y rituales de pueblos antiguos como las tribus indígenas de Sudamérica o los pueblos prehistóricos. Y, comentábamos también, el hecho de aquellas celebraciones eran los actos más similares a los carnavales que celebramos hoy en día.
Aunque e face painting es mucho más frecuente en niños, muchos jóvenes y adultos encuentran atractiva la idea de disfrazarse pintando su cara. De este modo, donde es más frecuente es entre los cosplayers o personas que quieren completar otros disfraces, de muy diverso tipo: desde el de hada, hasta el de zombi.
Existen diferentes tipos de face painting. Entre ellos, cabe mencionar:
- Diseños que incluyen emblemas, como los de los equipos de fútbol o cualquier otro deporte.
- Emblemas que apelan a series de dibujos animados o personajes de estas. Este tipo de face painting es, principalmente, para niños.
- Recursos válidos para cualquier edad.
- Dibujos que transforman nuestra apariencia en algo completamente diferente. Por ejemplo, si nos disfrazamos de robot, pintando nuestra cara en color plateado, dando la sensación de una textura absolutamente distinta.
- Dibujos que se hacen en solidaridad con una causa y en los que, más allá de la diversión, predomina la reivindicación al llevarlos.
Entre los diseños más comunes, se encuentran los de animales. El tigre es una opción bastante llamativa y muy utilizada. Lo más común en estos casos es que la cara se pinte con tonos anaranjados o amarillos; a continuación se pintan las rayas negras sobre este fondo y la nariz.
El gato también suele ser uno de los favoritos, o cualquier felino. Bastará con remarcar los bigotes, diseñar unas cejas tupidas y pintar la nariz de negro para que sea identificable como tal.
En lo que respecta a los perros, el más frecuente es el dálmata: sobre un fondo blanco, habrá que dibujar puntos negros en torno a los ojos y las mejillas, con un hocico negro.
Si pensamos en la representación de personajes de ficción, el que más se repite en face painting es Spiderman: fondo rojo, con contornos negros que simulan la tela de araña y recrean, en conjunto, la máscara del superhéroe de Marvel.
Por supuesto, también son muy comunes las recreaciones de mariposas —especialmente entre las niñas— y las diferentes variedades de payaso.