Estás sentada en el sillón acariciando a tu gatito que ronronea plácidamente dormido; de repente descubres dos perlitas que brillan como el nácar en el sillón; las coges, curiosa, las miras con detenimiento y un pequeño gritito escapa de tu boca: ¡mi gato está perdiendo los dientes! Sigue leyendo