Habrás oído decir en más de una ocasión que los gatos tienen siete vidas. Mucha gente cree que esto se dice porque debido a su agilidad y a su rapidez salvan situaciones que parecen difíciles de sortear para otros animales.
Sin embargo, el origen de este dicho procede del antiguo Egipto, dónde los gatos eran animales sagrados a los que se rendía culto. En sus creencias estaban convencidos de que los gatos debían de reencarnarse siete veces antes de llegar a ser humanos. Es decir, vivían siete vidas gatunas para luego nacer como personas.
Sobre los gatos existen muchas leyendas, algunas más bonitas y otras que han generado odio y rechazo hacia estos maravillosos animales, como es la de decir que un gato negro trae mala suerte.
Durante la Edad Media, incluso ahora para muchos que siguen pensando como si vivieran en esa época, los gatos negros encarnaban la mala suerte, incluso el mal o al diablo y los mataban nada más verlos. Sin embargo, aquellos que tenían en su pecho un pequeño mechón blanco a modo de penacho, se salvaban de la masacre.
Se decía que ese pequeño espacio blanco era el lugar dónde Dios había puesto su dedo y había quitado de este modo el mal. Estos gatos se llamaron los tocados por el dedo de Dios.
Viejas tradiciones
Existen otras leyendas sobre gatos, como la tradición celta que les otorga a estos animales el poder de abrir las puertas del reino de las hadas. Aquellos que tienen a uno en casa pueden estar en contacto con estos seres.
En México existe una bonita historia que explica por qué los gatos ronronean y se erizan. Dicen que son protectores de los humanos con los que viven y su ronroneo es la forma de decirles a los demonios que no deben de acercarse.
En alguna ocasión uno de estos demonios desoye la advertencia y se acerca. Si el demonio es capaz de contar todos los pelos del gato, este deberá de entregar el alma de su humano. Cuándo el demonio lleva avanzada la cuenta, el gato se eriza para que este la pierda, siendo esta la razón por la que, según esta leyenda, vemos como nuestros gatos a veces se erizan sin un motivo aparente.
Algunos mininos tienen sobre la frente una característica letra M. Hay dos leyendas que nos explican esto. Una dice que es debido a que una gata calentó al niño Jesús en el portal para que este no llorara. María, agradecida, acarició la frente del animal y la M de su nombre quedó sobre su frente. Otra leyenda dice que fue Mahoma el que dejó su inicial sobre un gato tras recibir su calor una fría noche.