Alaskan malamute, la locomotora del ártico

Ese rimbombante sobrenombre digno de un boxeador es con el que se conoce a nuestro protagonista de hoy, el alaskan malamute, un popular perro con una gran imagen pública; y bien merecida, pues es sin lugar a dudas uno de los mejores compañeros posibles, por su equilibrada mezcla de fuerza y dulzura, actividad y calma, tamaño y gustos. Vamos a intentar conocerlo mejor.

Los alaskan malamute son perros muy parecidos a sus antepasados lobunos criados en Alaska por la tribu inuit mahlemiut, de donde procede su nombre. Son una raza de perro grande, del tipo spitz o del grupo de perros de trineo, lejanamente emparentados con los huskies. Tradicionalmente tuvieron una crianza pura exigente, y a mediados del siglo XX empezaron a ser apreciados estéticamente y como perros de compañía.

 

No es tan fiero como lo pintan...

No es tan fiero como lo pintan…

De unos 60 centímetros de altura y 35 kilos de peso, es un perro robusto y musculoso, sólida osamenta y fuertes patas. La cabeza es grande, triangular, el hocico algo apuntado y macizo, las orejas triangulares y en punta, los ojos oblicuos de tamaño medio y muy despiertos. Su cola es peluda, arqueada y elevada. Tiene un manto de pelaje doble, espeso y duro, del blanco al arena rojiza, con el vientre más claro.

Los alaskan malamute son excelentes compañeros y deportistas

Es un perro muy resistente, amante de espacios abiertos, con un carácter muy sociable pero también marcadamente protector. Acostumbrado a la vida en manada, valora las jerarquías. Le encanta andar en compañía humana, especialmente de niños, pero es pero muy territorial con los machos de su propia raza y un guardián regular. Muy limpio y juguetón, extremadamente fiel y poco ladrador, es lo que podríamos llamar un tipo sanote.

Como todas las razas, presenta unos problemas congénitos que requieren unos cuidados específicos. Las complicaciones más habituales son la polineuropatía y el poco conocido coat funk (el pelo se seca y se cae en los machos maduros y veteranos), sin llegar a ser digamos epidémicos. Son propensos también a sufrir displasia de cadera, hipotiroidismo y torsión de estómago, como muchos otros congéneres.

Con su aspecto altivo e imponente, duros como pocos (se pueden cascar jornadas de 70 kilómetros cargando con 20 kilos), parece estar olisqueando los fríos de sus montañas y bosques ancestrales y siempre a punto de echarse a aullar. Sin embargo, son fáciles de educar y están deseando tener un amo que les guíe y acaricie. Un tipo duro por fuera, blandito por dentro.